El ex Presidente Nacional del Partido Acción Nacional dirige también
PLAYBOY: ¿Qué es
MANUEL ESPINO: En castellano, pues,
PLAYBOY: Hay quienes piensan que las palabras “democracia” y “cristiana” no deben escribirse en la misma oración.
ESPINO: Sí, hay quienes piensan tonterías y ésa es una de ellas. El ser cristiano no se contrapone con ser político y el ser político no implica ser creyente o no. Creo que eso es un absurdo porque atenta contra la libertad de una persona. A todos se nos debe respetar el creer, en términos políticos o religiosos, en lo que uno quiera.
PLAYBOY: En tu libro se dice que en estos tiempos deshumanizados parece que lo importante es acumular riqueza y poder. Tal parece que te estás refiriendo a cualquier político de hoy en día.
ESPINO: Sí, lamentablemente, y no sólo mexicanos. Por eso mi libro comienza con un capítulo que se llama “La injusticia social consecuencia de la degradación política”. En mucho, la política, que en sí misma es buena y necesaria para la humanidad, se ha distorsionado. Se ha pervertido la política y la perversión se manifiesta en los políticos. Son quienes la demeritan y la desprestigian. Vivimos en un tiempo en que hablar de políticos es hablar de trampas, de abusos, de excesos de poder y de corrupción, lamentablemente.
PLAYBOY: De derroches de dinero.
ESPINO: Y no solamente de derroches, sino de acumulación indebida de riqueza de algunos políticos. Lo que la democracia cristiana pretende es represtigiar, reivindicar la política como una actividad humana útil y benéfica, pero para eso primero hay que corregir actitudes.
PLAYBOY: Y supongo que también falta ser autocríticos. Me vienen a la mente las fotografías del rancho de Vicente Fox, que aparecieron en Quién.
ESPINO: ¿Qué tienen las fotos? ¿Están borrosas?
PLAYBOY: El problema es que estuvieron muy bien tomadas. ¿Habría que hacer conciencia entre los políticos sobre cómo ser ricos en un país con cada vez más pobres?
ESPINO: Yo no considero que Fox sea un hombre rico por haber heredado un rancho de su abuelo. Eso no se le debe recriminar.
PLAYBOY: Me llama la atención otra parte del libro en la que te refieres al uso de la fuerza, porque no resuelve el problema de la violencia sino que la incrementa. ¿No es precisamente lo que está sucediendo en México en este momento en que se ha declarado la guerra al narcotráfico?
ESPINO: Al uso de la fuerza se debe recurrir bajo ciertas condiciones y se debe cumplir un requisito fundamental: que te reporte por lo menos la posibilidad de resolver un problema de violencia. Si no hay la certeza de que usando la fuerza podrás vencer a los violentos, corres el riesgo de provocar más violencia. No se puede usar nada más porque sí. El Estado tiene el monopolio del uso de la fuerza. Creo que México debe revisar el uso de la fuerza del Estado en el momento presente. Ya se ha recurrido al ejército, por ejemplo, y en lugares como Ciudad Juárez no sólo no se ha resuelto el problema, sino que se han incrementado los delitos. Se ha incrementado el dolor de esa comunidad. ¿Es legítimo el uso de la fuerza? Sí, pero es delicado cómo se maneja y México no es el mejor ejemplo de cómo se ha aplicado el uso de la fuerza.
PLAYBOY: ¿Se puede ganar la guerra contra el narco?
ESPINO: Sí se puede como se ha podido en otras partes del mundo, donde también viven seres humanos y donde las expresiones violentas han sido más fuertes. El caso de Medellín, Colombia, era más sanguinario, radical y doloroso que en México. Lo pudieron resolver y no fue con la fuerza, sino con estrategias de desarrollo social, de integración de comunidades marginadas, de aliviar las necesidades de los más pobres, de hacerlos sentir personas y, con ello, se logró un cambio de actitud entre quienes tenían proclividad a la violencia. La actitud hay que humanizarla no endurecerla. El uso de la fuerza contribuye a endurecer la actitud.
PLAYBOY: La legalización del alcohol, en Estados Unidos, también contribuyó a reducir expresiones violentas.
ESPINO: Sí, pero fue una legalización que no concedió que el tráfico del alcohol fuera indiscriminado, sino con reglas y sensatez. Esa dinámica trajo como consecuencia la recuperación de la paz de la sociedad norteamericana y creo que puede funcionar como ejemplo para México.
PLAYBOY: ¿La democracia cristiana es una filosofía de paz?
ESPINO: Yo no diría que es una filosofía de paz, sí diría que compartimos el criterio de privilegiar la paz. Predicamos una filosofía no pacifista, sino humanista. Nuestro propósito es humanizar la convivencia de las personas y eso implica ciertamente preservar, procurar y proteger la paz. Hicimos un evento en Ciudad Juárez que llevó como tema Acciones para
PLAYBOY: Hablas mucho de los seres humanos. Recuerdo aquel viejo lema de campaña de Arturo Montiel que decía “Los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas”. Si los secuestradores y asesinos son seres humanos, ¿tienen remedio?
ESPINO: Creo que sí y en mi caso particular, como creyente, creo que todos los seres humanos son sujetos de redención, de corregirse y de salvarse a sí mismo, de destacar su condición de personas por encima del instinto animal que todos llevamos. El ser humano no está ajeno al instinto animal, pero nos distingue de los animales que tenemos una razón que nos permite controlar el instinto. Entonces mientras los criminales, que son personas, no logren racionalizar su conducta serán actuando como animales, pero mientras no pierdan su condición de personas hay esperanza de que corrijan sus actitudes.
PLAYBOY: ¿Y serían sujetos de perdón también?
ESPINO: Yo creo que sí, un perdón que no implica impunidad. El Estado puede conceder el perdón a una persona en términos morales, lo cual no significa que no lo meta a la cárcel. El castigo tiene que estar a la altura de los delitos de una persona. Yo creo en el perdón como una actitud humana necesaria, en la empresa, en la academia y la política. Si alguien me agrede puedo perdonarlo, lo cual no implica que lo haga mi amigo.
PLAYBOY: La pena de muerte es ilegal y las cárceles ya vimos que no corrigen a los delincuentes. ¿Qué otra alternativa tenemos para ellos?
ESPINO: La formación humana, decir que somos personas y debemos tratarnos como tales. Inculcar el respeto, la tolerancia y formarnos en esos principios. El problema es que hay seres humanos que no fueron formados como personas. Es increíble que haya niños a los que atan como animales. El día que tienen oportunidad de libertad actúan sin razón, lo hace por despecho, por rabia o por venganza.
PLAYBOY: ¿Cuál es tu motivación para escribir?
ESPINO: Cuando uno escribe es porque cree que va a aportar algo, a contagiar algo, a generar una reflexión, porque escribir por escribir, por sentirse satisfecho con uno mismo, me parece muy pobre. Si alguien lee un libro y alguien lee una frase, ya tuvo razón de ser el libro. Si alguien lee el índice, la contraportada, bueno, ya hubo una realización. Si lo leen todo, pues mejor. Pero el que escribe nunca sabrá cuántos lo leyeron, aunque sabrás que tus idean andan por ahí tratando de ser compartidas.
PLAYBOY: Tu anterior libro, Señal de alerta, era mucho más político, ¿es que se está librando un debate editorial?
ESPINO: No lo creo. Existimos políticos a los que nos ha dado por compartir lo que traemos, porque queremos proponerlo para un debate más amplio. El anterior fue un libro exigente, reclamante, advertía de riesgos en los que está mi partido. Fue una advertencia aun cuando muchos hayan ignorado la señal de alerta. En algo debe haber contribuido al debate.
PLAYBOY: Las librerías están llenas de libros de políticos, de artistas, deportistas y, claro, de intelectuales. ¿Es un país con muchas cosas que decir?
ESPINO: En todos los pueblos hay voces que se quieren expresar y a veces esas voces se traducen en libros. Lamentablemente México es un país no habituado a la lectura o la escritura, así que lo poco que se produzca es ganancia.
PLAYBOY: Como Presidente del partido que fuiste, dime, ¿qué se necesita para ser panista de hueso colorado?
ESPINO: Se necesita tener la convicción, podría decirse la vocación, el deseo de compartir esa filosofía con los demás. Pero sobre todo, tener la vocación de servir a los demás. De eso se trata la política en última instancia, de tener la voluntad de hacer algo por los demás.
PLAYBOY: ¿Y de los que ahora están afiliados consideras que la mayoría reúne esos requisitos?
ESPINO: Creo que sí, la mayoría, aunque debo reconocer que hay unos cuantos que generan confusión respecto a lo que es el PAN.
PLAYBOY: Eres de Durango.
ESPINO: La tierra de los alacranes. Me parieron en Durango, ya después decidí adoptarme como chihuahuense y sonorense, o sea que tengo esos tres afectos.
PLAYBOY: Durango es un estado particularmente complicado en términos de violencia.
ESPINO: ¿Y ahorita cuál no?
PLAYBOY: ¿Tienes miedo?
ESPINO: Sí, mucho miedo. Soy un hombre de miedos. Tengo miedo a pervertirme, aunque no sé en qué grado ya lo estoy, tengo miedo a ser incongruente, aunque desconozco en qué grado ya lo soy. Temo traicionar, aunque no sé exactamente a cuantos he traicionado. Tengo miedo de afectar a mi familia, aunque yo mismo he contribuido a que se perjudique. Soy un hombre de miedos, aunque estoy seguro que no soy el único, aunque sea de los pocos que lo reconocen. ¿Tú tienes miedo a algo?
PLAYBOY: Claro, porque ser periodista y ser político ya son dos profesiones de alto riesgo en este país, ¿no lo crees?
ESPINO: Sí, aunque yo no diría que la política es una profesión, más bien es una actividad humana, un oficio. En la política caben todas las profesiones: hay abogados que son políticos o ingenieros. Lamentablemente estamos viendo que están asesinando regidores, candidatos o funcionarios públicos. Creo que a los malosos que se quieren apoderar del país ya les gustó la política porque va vinculada, necesariamente, al ejercicio del poder y como ellos quieren tener poder, quieren controlar la política y una forma de hacerlo es sembrar miedo entre los políticos.
PLAYBOY: Reconozco que alguna vez me ha parado una patrulla por una vuelta mal dada y me ha dado miedo, pero más miedo ha de dar que los soldados lleguen a la casa de uno, ¿no?
ESPINO: ¡Imagínate! Por fortuna yo ya había hecho pipí, si no, hubiera sido la oportunidad. No es muy agradable salir de tu casa y encontrar en tu patio soldados armados, pero son incidentes que suceden por el deterioro de la política del país.
PLAYBOY: Lo que no resulta usual es que los militares ofrezcan una disculpa como pasó contigo. ¿Te sientes honrado por eso?
ESPINO: Afortunadamente hay mandos militares sensatos y comprometidos con el bien del país. Reconozco en las instituciones armadas de México un alto nivel de profesionalismo. Lo pude constatar cuando se cometió un error y hubo la entereza para ofrecer una disculpa. Eso implica que uno reconozca que fue un incidente y no una acción deliberada.
PLAYBOY: Cambiemos un poco de tema. ¿Te hacen reír las caricaturas que te hacen?
ESPINO: Sí, mucho. Hay una en la que estoy forjando un hierro sobre un yunque, estoy de herrero, y pasa una muchacha guapa y le digo: “¿A qué hora vas al pan, mamacita?”, y la muchacha guapa es Elba Esther Gordillo (risas). La tengo enmarcada. Antes coleccionaba las caricaturas que me hacían, pero un monero se me enojó y dijo que me burlaba de su trabajo, pero al contrario, lo hago para rendirles honor.
PLAYBOY: Entonces para ser figura pública, ¿hace falta tener un ego aprueba de balas?
ESPINO: Más bien no hay que tener tanto ego. Jamás pretendería hacer creer a nadie que soy a prueba de balas, porque no vaya a ser que intenten corroborarlo. Yo soy muy vulnerable.
PLAYBOY: Hace rato hablábamos del narcotráfico, ¿te gustan los narcocorridos?
ESPINO: La verdad no, se me hace una expresión cultural muy pobre, ínfima, pero que además distorsiona la conciencia de las personas. Me gusta la música ranchera, eso sí.
PLAYBOY: Antes de que saliera Señal de alerta hubo un clima de inquietud dentro del PAN, ¿Aplica la frase de “el que nada debe, nada teme”?
ESPINO: Sí, claro. Creo que hubo una campaña para poner nerviosos a muchos panistas y cuando el libro salió no paró la campaña. Decían que no fueran a la presentación porque se iban a meter en problemas. Por fortuna eso no impidió que el libro circulara.
PLAYBOY: ¿Desahogaste mucho coraje?
ESPINO: No fue un libro con coraje, más bien obligado por la necesidad de parar algo porque le hacíamos daño al país y demostrar que los panistas no somos mejores que los priístas o que los perredistas por el sólo hecho de ser panistas. En el libro lo digo: hay priístas que ya los quisiéramos en el PAN y panistas que no se los deseo ni al PRD, porque las siglas de un partido no te hacen mejor o peor, eso te lo da el comportamiento. Traíamos un rosario de comportamientos equivocados con lo que es el PAN. Escribí el libro no para desahogarme, sino para que no se hundiera el barco en el que he navegado 30 años de mi vida.
PLAYBOY: ¿Qué opinión te merece hoy Manlio Fabio Beltrones?
ESPINO: Es un hombre con su propia naturaleza, una naturaleza de un ser humano del que hay que cuidarse.
PLAYBOY: ¿Le negarías el saludo en un acto público?
ESPINO: No, el saludo no se le niega ni al chamuco. Sí, (Manlio) es un personaje simpático, me cae bien. En términos humanos es una persona hasta agradable, pero eso no le quita que sea traicionero, tramposo, ventajoso o chantajista. Si hay vagos simpáticos, éste es uno. De que es un hombre político avezado no hay duda y de que es un hombre, en términos políticos, peligroso, de eso no tengo duda.
PLAYBOY: ¿Qué político cuenta los mejores chistes?
ESPINO: Don César Leal, senador de
PLAYBOY: En tu currículum me encontré que eras maestro de secundaria, ¿qué materias dabas?
ESPINO: Y de preparatoria. Empecé impartiendo contabilidad, matemáticas, todo relacionado con números, pero alguna vez sustituí a uno de biología.
PLAYBOY: ¿Qué se siente reprobar a alguien?
ESPINO: Feo, por fortuna muchos de mis alumnos ahora son mis amigos. Tengo un reclamo que hacerle a Dios y es que me hizo de gesto adusto y por eso la gente cree que soy enojón. Lo soy, pero no tanto, hablo golpeado. Como maestro eso me ayuda, pero no ayuda para hacer político. Dicen que ya existen las cirugías y a lo mejor... cuando quiera ganar un concurso de simpatía.
PLAYBOY: ¿Te ponían apodos?
ESPINO: Muchos, pero no me acuerdo de ninguno. Es que no eran apodos, decían “ahí viene el cabrón ese... (risas)”. La que se hizo muy famosa fue mi mamá.
PLAYBOY: Tú que fuiste profesor, ¿te enoja el nivel de nuestros maestros?
ESPINO: Sí, es agresivo para el pueblo de México que digan “tus profesores son de nivel muy bajo”. Es una realidad que hay que aceptar para corregirla y no negarlo como lo hizo el secretario de Educación. Hay maestros que son más burros que los más burros de sus alumnos.
PLAYBOY: ¿Cómo la llevas como Elba Esther?
ESPINO: Muy bien, uno tiene que aprender a convivir con los que están en tu medio, como tu pregunta de Manlio. Como persona me merece mucho respeto.
PLAYBOY: ¿Votarías por ti mismo?
ESPINO: Si fuera candidato querría decir que creo en mí para ocupar un cargo público y, entonces, claro que votaría por mí.
PLAYBOY: Como Presidente del Pan el triunfo fue rotundo. Sé que me dirás que primero estuvieron los intereses del partido, pero ¿de verdad no hubo eso de decir “les gané”?
ESPINO: Sí, cómo no, fue una satisfacción íntima porque los que sentían dueños del partido me echaron la caballada en contra. Y les gané. Me fregué a los que, a la mala, querían impedirme ocupar un puesto que busqué de manera legítima. Hay un orgullo, me los rebasé (risas).
PLAYBOY: Muchos políticos recurren a brujos, ¿eres supersticioso?
ESPINO: No, yo sí paso por debajo de las escaleras. No como colas de rata, pero por higiene. Yo creo en otras cosas.
PLAYBOY: ¿Esto no es como la farándula, que si no te ven no cuentas?
ESPINO: Algo hay de eso, estoy consciente de eso. Si no, no estaría platicando contigo para salir con muchachas guapas en tu revista.
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